Hay gente para todo, especialmente cuando hablamos de dinero. La organización actual de nuestro mundo nos arroja diversas posibilidades para intentar paliar nuestra necesidad de sobrevivir, algunas de las cuales resultan muy insólitas. Todos los trabajos son dignos, pero la pregunta es: ¿podrías realizar estos?
Moderador de redes sociales
La mayoría de las personas sabe que este puesto existe, lo que tal vez muchas no sepan es qué es lo que realmente entraña.

Hablamos de personas que reciben y están obligadas a ver los videos que reportan los usuarios en cada plataforma, para comprobar si incumplen o no sus normas de uso.
Mientras que por un lado esto significa que puedes pasar ocho horas por día viendo pornografía, estos trabajadores también deben enfrentarse a todo tipo de crueldades que afectan su psiquis, como videos de abusos, torturas y asesinatos reales de personas y animales.

Hay un lado B en las redes sociales, uno que no vemos gracias a esta gente, que se lleva la peor parte.
Un informe de The Verge enfocado en los moderadores de Facebook reveló que padecían síntomas compatibles con trastornos de ansiedad, depresión y estrés postraumático, por la constante exposición a imágenes sensibles. La empresa ya está tramitando indemnizaciones millonarias por este asunto.
Se cree que, en el futuro, este trabajo lo podrá realizar la inteligencia artificial, pero mientras ésta no esté lo suficientemente avanzada para reconocer y eliminar eficazmente el contenido sensible, debe hacerlo un humano, con todo lo que eso implica para su salud mental.
Limpiador de la escena del crimen
En la misma línea, tenemos a los profesionales de las “limpiezas traumáticas”, que se dedican a restaurar los espacios en donde han ocurrido suicidios o asesinatos, para que sean habitables de nuevo.

Este proceso no sólo implica asear las superficies o los objetos con químicos fuertísimos, para eliminar rastros de tejidos, sangre y otros fluidos corporales, sino también desinfectar con bactericidas y, a veces, incluso retirar los elementos “no limpiables”, como los que están compuestos por materiales porosos (por ejemplo, los pisos de madera).
Los agentes de limpiezas traumáticas generalmente forman parte de empresas específicas dedicadas a ello, que son contratadas para trabajar en la escena del crimen cuando las investigaciones policiales terminan. Llegan envueltos en trajes aislantes, con mascarillas, guantes, botas y utensilios de limpieza que van desde cepillos hasta picos para levantar los suelos.

Deben estar preparados no sólo para largas horas de aseo profundo, sino también para aguantar fuertes olores y el impacto psicológico de recoger todos los días restos humanos (como sangre y sesos).
Buzos “especiales”
Hace unos años conocimos la historia de Brendan Walsh, un australiano que dirige una empresa que ofrece servicios de buceo para recuperar cargas de barcos hundidos, inspeccionar muelles, o reparar drenajes sanitarios… desde “adentro”.
En Australia, no se utilizan químicos para deshacerse de los sólidos hallados en las cloacas, sino bacterias, en un proceso que involucra una mezcladora gigante que, a veces, se rompe. Y la única manera de arreglarla es, bueno, sumergiéndose en la m*****.
Claro que los buzos encargados de esta tarea “bajan” con trajes especiales que los protegen de la suciedad y el olor. Por eso mismo, dicen que es mucho peor para la gente que tiene que limpiarlos cuando salen.

Por otra parte, en Estados Unidos, existen buzos que se dedican específicamente a algo menos escatológico, pero no menos curioso: recuperar las pelotas hundidas en los lagos que a menudo adornan los campos de golf.

Esta gente pasa un mínimo de ocho horas al día nadando en estos lagos para recolectar las pelotas perdidas (que, afortunadamente, son a prueba de agua).
Las pelotas recuperadas se acondicionan para la reutilización o la reventa. Los buzos ganan dinero por cada pieza devuelta a tierra, aunque el trabajo no es fácil, puesto que se trata de aguas con escasa visibilidad y también está el riesgo de toparse con animales peligrosos, como los cocodrilos.

Ordeñador de serpientes
Este es el nombre que se la da a los trabajadores cuya misión consiste en extraer el veneno de serpientes vivas, para su utilización en medicamentos (como los que reducen la presión arterial), investigaciones farmacéuticas, o la preparación de antídotos para las mordeduras.

En el proceso, ellos mismos se exponen a esas mordeduras, pues deben manipular a las serpientes de forma poco amable para estimular las glándulas de veneno y obligarlas a clavar los dientes en una membrana. La sustancia tóxica resultante debe caer en un recipiente de plástico o vidrio ubicada debajo de ésta.
Recolector de esperma de toro
Desde que se decidió que la inseminación artificial era el método más rentable para la reproducción del ganado vacuno, hay quienes se dedican a extraer “el producto” del toro.

El método, por fortuna, no es el que te imaginas. Estos trabajadores consiguen la excitación del animal permitiéndole montar brevemente a un cabestro; luego, lo introducen a una “vagina artificial” que luce como un condón. Y de ahí, sólo deben esperar para recolectar.
Aún así, la tarea es, por lo menos, incómoda.
Sexador de pollitos
Como los gallos se utilizan para unas cosas y las gallinas para otras, en la industria avícola hay gente especialmente entrenada (y con esto nos referimos a tres años de estudio) para descubrir los órganos sexuales de los pollos recién nacidos, los cuales se encuentran cerca de su ano.

Los pollitos son muy tiernos, pero ¿estarías dispuesto/a a observar su retaguardia por un mínimo de ocho horas diarias?
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